Por José María Palomares | La gestión estratégica de la marca personal consiste básicamente en aplicar los principios básicos del marketing al posicionamiento público de una persona. Pero, como suele ocurrir en el caso de las más exitosas marcas comerciales, la autenticidad juega un papel fundamental. La coherencia y la consistencia entre lo que se promete y lo que luego se hace son aspectos centrales en este proceso.
Cuando llevamos este concepto al mundo del liderazgo, la autenticidad se hace todavía mucho más crítica.
Todos hemos escuchado en algún momento de nuestras vidas profesionales que el mejor liderazgo es el que se practica con el ejemplo. Y a todos nos vienen a la mente nombres de personas que nos inspiran precisamente por su coherencia.
Alinear discurso y comportamiento se convierte así en una prioridad absoluta.
Autenticidad, sí, pero desde el propósito
El líder que ejerce como tal tiene una gran capacidad de influencia en su equipo y, como consecuencia del efecto de transferencia reputacional, en la percepción de la marca corporativa a la que representa. Dos cuestiones que hacen que sea crucial que los líderes trabajen en su estrategia de marca personal con una visión de medio y largo plazo.
Para que esto ocurra, debe basarse en la autenticidad y construirse desde el propósito personal. Hacerse trampas en este ámbito y optar por lo que en lenguaje publicitario se denomina “over promise”, llevará más pronto que tarde a mostrar desalineamientos e incoherencias que serán percibidas muy claramente por los demás y que, lejos de construir reputación, acabarán generando una falla de confianza que será muy difícil de superar. Para activar el propósito e identificar los atributos que marcan esa autenticidad, es imprescindible haber alcanzado un alto nivel de autoconocimiento y una gran conciencia crítica. Estos aspectos son tan relevantes que requieren de mucha madurez y compromiso personal y, en muchas ocasiones, de un acompañamiento profesional que garantice que no se toman atajos que puedan comprometer la solidez del proceso y, en consecuencia, la posterior estrategia de marca personal.
Un líder con un propósito claro inspira a otros, motiva a su equipo y tiene un impacto duradero en su organización y comunidad
Construir la marca personal desde el propósito no solo aumenta la autenticidad del líder, sino que también lo diferencia. Cuando los líderes son transparentes en este ámbito y alinean sus acciones con su propósito, no solo construyen una marca personal sólida, sino que también atraen e impulsan a personas que comparten su visión y valores. Por el contrario, cualquier discrepancia entre lo que un líder proyecta en cualquiera de los ámbitos (incluido el virtual) y sus comportamientos puede llegar a dañar muy rápidamente su marca personal y, por extensión, la de la organización a la que representa.
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